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Los secretos de la vela en el mar griego

Si hay una especialidad olímpica supeditada a los avatares del tiempo, esa es la vela. Los meteorólogos llevan meses analizando las variables climáticas que afectarán a Atenas durante los Juegos. Resulta fundamental para los regatistas conocer a qué se van a enfrentar en las aguas helenas. Un nombre temible surca los mares del peloponeso en el verano: Meltemi un viento que barre las aguas del mar Egeo durante los meses de julio y agosto.

 

Las federaciones de vela cuentan con los servicios de meteorólogos. Algunos regatistas complementan sus pronósticos acudiendo a otros expertos. De Castro se apoya en la experiencia del físico Maximino Casares, consejero de los desafíos españoles de la Copa del América.
«Uno de los inconvenientes del campo de regatas ateniense es que está rodeado de islas. Lo que afecta sobremanera al viento, que suele ser racheado y rola con frecuencia», afirma Casares.
Predecir el tiempo para la competición olímpica es una tarea ardua. Hay que bucear en las estadísticas de años anteriores, consultar a diario las estaciones meteorológicas de la costa del Ática y las balizas del campo de regatas. Todo, para conseguir que los regatistas puedan rendir al máximo en los Juegos.

Dependiendo del viento que se presente en los campos de regatas de Atenas los regatistas deberán navegar utilizando diferentes estilos. Frente a Atenas ejercen su influencia las brisas marinas, de dos clases: local, que sopla hacia la costa perpendicular a ella, y continental, que se forma en tierra y sopla hacia el mar.

Según los regatistas gallegos que participarán en los Juegos, Roberto Bermúdez de Castro en la clase star, y Fernando Echávarri y Antón Paz, en la tornado, si dominan las brisas, las competiciones dependerán sobre todo de la puesta a punto del barco, lo que provoca un aumento de la igualdad entre los participantes y hace que pierda importancia la pericia al timón. Esto se debe a que son vientos constantes, no racheados, y que actúan siempre en la misma dirección.

Como dice Chuny Bermúdez de Castro, si dominan las brisas «la regata se convertiría en una especie de carrera de velocidad, en la que sería fundamental, más que nunca, haber escogido bien los aparejos del barco, acertar en las velas con las que se saldrá al agua». Cada barco tiene la posibilidad de escoger entre cuatro velámenes distintos.

Las cosas se complican con el Meltemi. Los días en que se produce el cambio entre las brisas y este viento de componente norte son los más difíciles para la navegación. La situación cambia y se pierde esa igualdad relativa.

La experiencia y la sapiencia de los competidores pasan a jugar un papel preponderante. Las ráfagas pueden provenir de cualquier dirección y saber escoger la posición en la que el barco se debe enfrentar a ellas es fundamental.

Tanto Bermúdez de Castro como Echávarri prefieren que las condiciones se compliquen, para que se haga una selección y la victoria no se convierta sólo en una cuestión de puesta a punto, sino de maestría. «Cuanto más duras y cambiantes sean las condiciones del viento, mejor», afirma Echávarri. «Será difícil que no sople en Atenas, pero por si eso sucede nos hemos preparado para afrontar situaciones de calmas».

El Meltemi puede hacerse predominante. Aunque esto sobre todo ocurre a finales de julio y principios de agosto, pues en este mes su influencia comienza a declinar. Llega con fuerza desde tierra, impulsado por las altas presiones que afectan en esta época a la península balcánica y atraído por las bajas que se asientan sobre Turquía. Aunque puede alcanzar velocidades que superan los 30 nudos, en las fechas en que se disputarán los Juegos no suele sobrepasar los 25. Entre sus consecuencias están el alza de temperaturas con una disminución de la humedad en el aire, que carga con el polvo que arrastra.

Con él puede llegar el mayor enemigo de la navegación a vela: las encalmadas, la falta de viento. En su lucha contra las brisas marinas ambos pueden anularse. Una situación en la que se desenvuelve como pez en el agua Bermúdez de Castro. Aunque con menos de cinco nudos las regatas deben suspenderse.