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Veneno en los pescados que se comen en Europa

Dos comités científicos independientes que asesoran a la Unión Europea han advertido de los elevados índices de dioxinas y otros compuestos tóxicos similares, como los bifenilos policlorados (PCB), que se detectan en los pescados consumidos por los europeos, según señalaron ayer fuentes de la Comisión Europea en Bruselas.

Bajo el término de dioxinas se agrupan más de doscientos compuestos, que son subproductos de un gran número de procesos industriales y de combustión. Diversos informes científicos han relacionado en los últimos años la exposición a las dioxinas con un mayor riesgo de cáncer o malformaciones fetales.

Uno de los grupos que ha asesorado a la Comisión Europea, el Comité Científico sobre Alimentación, determinó en su informe que el nivel de contaminación de dioxinas en los pescados es hasta treinta veces superior que el detectable en huevos. Por el contrario, los productos vegetales son los que menos nivel de contaminación presentan.

ACUMULACIÓN EN GRASA

Por su parte, los miembros del Comité Científico de Alimentación Animal alcanzan similares conclusiones e inciden en que la contaminación con dioxinas y PCB es superior en los pescados, tanto capturados en aguas comunitarias como procedentes de países como Chile y Perú, que en otros alimentos. Según estos expertos, el riesgo es mayor en los pescados más grasos, como los arenques del mar del Norte, ya que las dioxinas se acumulan con mayor facilidad en los tejidos grasos. La Comisión Europea presentará dos proposiciones legislativas en función de las conclusiones de ambos informes, previsiblemente en el primer trimestre de 2001. Estas proposiciones establecerán nuevos límites a la tasa de contaminación con dioxinas en los productos alimenticios.

El informe del Comité Científico de Alimentación señala que más del 90 por ciento de la exposición humana a las dioxinas se produce a través de los alimentos. Los productos alimenticios de origen animal representan el 80 por ciento de la exposición total. Según las conclusiones de este informe, los esfuerzos por limitar la liberación de dioxinas ha dado resultados positivos en algunos países, pero una considerable proporción de la población europea todavía se ve amenazada por niveles más elevados del mínimo considerado de riesgo.