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El viento, el factor desestabilizador

El aplazamiento, por segundo día consecutivo, de la segunda jornada de la Copa Louis Vuitton a causa del viento, superior a los 25 nudos -seis más que el máximo permitido- volvió a poner de manifiesto la importancia de este y de las condiciones climáticas en la Copa América.
Intentar predecirlo para así averiguar las condiciones de navegación, qué velas usar y qué estrategia emplear es una de las partes fundamentales de la competición.
Este factor es de tal importancia que los principales sindicatos observan todos los cambios meteorológicos y hacen un gran desembolso económico en medios materiales y humanos antes, durante y después de las pruebas.

Los mejores navegantes del mundo pasan buen número de horas en sus barcos por el Golfo de Hauraki para poder medir la velocidad del viento, además de recoger otros datos, para calcular, en el momento decisivo antes de la regata, desde qué dirección y con qué fuerza soplará el viento.

El mínimo cambio en la dirección del viento puede marcar la victoria o la derrota en un 'match race' (carrera velero contra velero).

Si una embarcación consigue trimar su enorme velamen en la dirección adecuada para un role de viento en primer lugar, puede ponerse fácilmente a la cabeza, posición que podrá defender entonces durante toda la regata.

Poder predecir
En la final de la última edición de la Copa América, Bob Rice, el meteorólogo y navegante del equipo de Nueza Zelanda -ahora contratado por Larry Ellison en el sindicato Oracle/BMW- había pronosticado, después de varias jornadas tomando mediciones de viento y analizando las áreas de altas y bajas presiones sobre el golfo de Hauraki, un viento máximo de doce nudos.

El equipo utilizó una vela mayor en forma de bulbo mientras que su contrincante, el Prada italiano, disputó la regata con una vela mayor plana y se quedaron completamente rezagados. Predecir el tiempo en Auckland no es fácil ni para los profesionales.

Obviamente los meteorólogos pueden acceder a fuentes de datos muy completas como, por ejemplo, la del servicio meteorológico de Nueva Zelanda, pero no tienen ninguna garantía de que las condiciones serán constantes. El clima pueda cambiar bruscamente. Puede caer un chaparrón repentino en los días más soleados del verano y el viento puede soplar con mucha más fuerza de un día para otro.

Este cambio meteorológico responde sobre todo a la situación geográfica de Auckland. En este punto, Nueva Zelanda tan sólo tiene una anchura de 30 kilómetros. A un lado está el Océano Pacífico y, al otro, el Mar de Tasmania, con sus furiosas tormentas. La masa continental no influye en el clima como por ejemplo en un continente, así que en Auckland se pueden dar los dos "climas marinos".

Una de las mayores ventajas de los neozelandeses es que conocen estos cambios. Todos los equipos llevan regatistas y meteorólogos con experiencia, que elaboran sus pronósticos y estimaciones en equipos especiales.