Portada ›› Mar, Pesca, Sub y Ecología ›› Ecología y Mar ›› Mareas negras ›› Catástrofes y accidentes de 1976 a 1978

Catástrofes y accidentes de 1976 a 1978

1976 Olimpyc Braveary

El 24 enero, el buque francés "Olimpyc Braveary", con una carga de 250.000 toneladas de petróleo, se partió en dos frente a la costa norte de Quessant, en Francia.

12 de mayo, 1976l “Urquiola"

art_marea_negra04

El 12 de mayo, el “Urquiola”, de 111.225 tn. embarrancó en la rada de A Coruña (NO de España), derramando unas 20.000 toneladas, que produjeron graves daños a las costas de las rías de El Ferrol, Ares y A Coruña.
El petrolero procedente del Golfo Pérsico hacía entrada en la bahía coruñesa con 110.000 toneladas de crudo a bordo para la Refinería.
Antes de las ocho de la mañana enfilaba el canal del Oeste para entrar en el puerto. Cuando el práctico, Benigno Sánchez se dirigía hacia él en su embarcación, el Urquiola tocaba fondo en unas agujas no señalizadas en las cartas de navegación y en su casco se abrieron las primeras brechas.
La decisión de sacar a mar abierto el petrolero, no resultó y por segunda vez, y con mayor fuerza, volvió a tocar en el bajo. Fue entonces cuando reventaron varios tanques y comenzó el vertido de petróleo al mar, unas 20.000 toneladas.
Cuando la proa estaba casi sumergida debido a la inclinación que adoptó la nave, el capitán ordenó la evacuación inmediata. Sólo él perdió la vida. Hasta el último momento, un hombre, el práctico permaneció en el buque, aunque cuando se produjo el incendio decidió lanzar al mar, y pasó a la historia por su hazaña: Alcanzó a nado la costa de Canabal en Mera, recorriendo una distancia de dos millas.

1978 Amoco Cádiz

El 16 de marzo, el petrolero “Amoco Cádiz” embarranca y derrama 1,6 millones de barriles de crudo frente a las costas francesas de Bretaña. Este vertido se encuentra en la lista de los más grandes de la historia.

La noche del 17 de marzo de 1978, una marea negra y mortal invadió lentamente las costas francesas de la bahía de Portsall, en el Canal de la Mancha. Miles de cormoranes, gaviotas, frailecillos y otras aves marinas amanecieron cubiertas por una densa y viscosa brea que les impidió volar y les sumergió para siempre en las profundidades del Atlántico. Coquinas, navajas, lapas, cangrejos y caracoles sufrieron la misma suerte. El pescado, lentamente, escapó hacia zonas más limpias. Era el principio del fin, el comienzo de lo que se convirtió en una de las mayores mareas negras de la historia de Europa. Unos 20.000 pájaros marinos muertos. Más de 400 kilómetros de costa afectados por la marea negra. Y la ruina de todas las actividades económicas tradicionales bretonas, desde la pesca a la cría de moluscos.

El responsable del desastre fue un coloso, un titán de 19 metros de calado, bandera liberiana y tripulación italiana. Un petrolero gigante llamado Amoco Cádiz, construido por Astilleros Españoles tres años antes con sus tanques cargados con 130.000 toneladas de crudo.
Unas semanas antes había abandonado un puerto del Golfo Pérsico, y se encaminaba, a su destino habitual: las costas de Limebay y Rotterdam.

Una misión de rutina. O al menos eso parecía hasta que, a las nueve horas y 45 minutos de la mañana del 16 de marzo, falló el timón. Una avería importante, pero no definitiva, que impidió al navío proseguir la ruta prevista con normalidad. El comandante Bardari, al frente del barco, solicita comunicación por radio con los armadores del Amoco. Discuten con ellos sobre el proceso a seguir. El comandante rechaza la ayuda que le ofrecen desde el cercano Conquet. Y el barco termina por encallar.

El tiempo pasa. El clima empeora. Dos remolcadores holandeses se dirigen al lugar donde al Amoco Cádiz se debate con el agua y el viento. Un temporal de fuerza 10 impide el trabajo de los remolcadores, inutilizando a uno de ellos. El petrolero sigue avanzando hacia la costa. Ya sólo está a cinco millas de Ouessant.
Son casi las diez de la noche cuando el segundo remolcador consigue dar alcance al Amoco. Demasiado tarde. Se encuentra definitivamente encallado a tres millas de la costa, con las olas empujándole hacia las afiladas rocas de los acantilados de Portsall.

El Amoco Cádiz lanza un SOS. La velocidad del viento aumenta, hasta el punto de que casi impide el rescate de las 44 personas que forman la tripulación del petrolero. El Amoco, herido de muerte, comienza a vertir crudo. Y el temporal se encarga de sembrar el petróleo. Las 130.000 toneladas flotan en aguas del Atlántico e invaden las costas ante la desolación de unas poblaciones que no terminan de creerse lo que están viendo. Los planes de socorro no terminan de funcionar. Las grandes bombas para recoger petróleo que han llegado desde Holanda y Estados Unidos tardan ocho días en instalarse y comenzar a funcionar de forma correcta. Las barreras flotantes, con las que se intenta proteger algunos puertos, son hundidas por la tempestad. Los habitantes de la zona, con la ayuda del ejército, limpian lo que pueden con cubos y palas. Llega gente de toda Bretaña para ayudar a los pájaros que se arrastran por las playas y evitar que el petróleo se filtre por la arena y alcance capas más profundas de la tierra.

Ha muerto el 95 % de berberechos de la zona, el 90 % de las navajas, el 55 % de bueyes de mar, el 50 % de cangrejos, el 30 % de lapas... Es imposible calcular las cifras de peces, aves y algas afectados.

El proceso judicial duró 15 años. La sentencia obliga a la empresa petrolífera a pagar mil millones de francos (unos 25.000 millones de pesetas). Por primera vez, una empresa petrolera era condenada a indemnizar por los daños causados.

Veinte años después, la vida ha regresado a esas costas. Incluso a los restos del Amoco Cádiz, encallado a 30 metros de la superficie tras ser dinamitado hace años. Equipos de buzos han descubierto en sus tripas un pequeño y fascinante mundo sumergido.