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Amenaza de las tortugas marinas

La tortuga boba, la más representativa de la costa mediterránea, es una especie amenazada. Detrás se esconde la mano del hombre, que se materializa en las capturas, la contaminación de los mares y la pérdida de lugares de nidificación por el desarrollo urbanístico. WWF/Adena está realizando una campaña, «Operación Tortuga», encaminada a la conservación de esta especie.

Hace unos cien millones de años, algunas de las tortugas que poblaban la tierra se lanzaron a la conquista de un nuevo territorio, el mar. Sin embargo, en la actualidad todas las tortugas marinas se encuentran amenazadas y en este sentido, la tortuga mediterránea no es una excepción. Las causas, la pérdida de lugares de nidificación, la contaminación química de los mares, las enfermedades, la destrucción de las costas y las capturas. Por estos motivos la tortuga boba, la más representativa del Mediterráneo, está incluida como especie prioritaria en la Directiva Hábitats, en el Convenio de Berna y en el Catalógo Nacional de Especies Amenazadas.

Para poner fin a esta situación, WWF/Adena y a la Caja de Ahorros del Mediterráneo han puesto en marcha una campaña, «Operación Tortuga», que durante este mes centrará sus esfuerzos en la conservación de esta especie marina. Así, a bordo del Galeón I, el barco de campaña, están recorriendo las Comunidades de la costa mediterránea ofreciendo información concretamente sobre la tortuga boba, especie emblemática de nuestra fauna marina. Además, como elemento central de la campaña, se soltarán tortugas en seis localidades costeras. La primera suelta se realizó ayer en Premiá de Mar.

A pesar de que existen siete especies de tortugas marinas, en el Mediterráneo tan sólo pueden encontrarse la tortuga verde, laúd y boba. De las tres, tan solo las dos primeras realizan sus puestas en las playas del Mediterráneo, pero en su parte oriental. Respecto a la zona occidental, Miguel Ángel Valladares, responsable de WWF/Adena, afirma que «desgraciadamente en nuestras costas no existen colonias reproductoras».

Puestas esporádicas

Sin embargo, sí que existen evidencias de puestas esporádicas en algunas playas españolas. La última se produjo el verano pasado en Vera (Almería), pero después de más de cien años sin ninguna otra puesta, lo que supuso un hecho excepcional. Lo que sí es habitual es que las tortugas bobas jóvenes-la población mayoritaria en el Mediterráneo occidental- elijan las aguas comprendidas entre la costa mediterránea peninsular y Baleares como la zona preferida para su crecimiento. Así, miles de ejemplares acuden cada año buscando abundancia de recursos tróficos y suaves temperaturas a unas aguas donde el riesgo de encuentro con depredarores es menor.

Las principales amenazas a las que se enfrenta esta especie son su captura intencionada, la accidental por la flota pesquera y la destrucción de las playas de nidificación. Respecto a la mortandad intencionada, cabe destacar que las especies verde y boba eran apresadas hace años para ser consumidas. De hecho, en la isla de Formentera todavía se pueden observar los corrales que tenían para almacenarlas vivas. En la actualidad no está permitida su captura. Sin embargo, la principal amenaza a la que se enfrentan no se debe a las matanzas, sino a la destrucción de las costas. Así, la influencia del hombre, que se refleja en la «presión sobre el litoral a nivel turístico, comercial y la no presencia de playas vírgenes» condiciona, según Adena, la pérdida de zonas de nidificación. Además, el exceso de ruido e iluminación en las costas desorienta y provoca estrés en las hembras, disminuyendo así su reproducción.

Otra de sus principales amenazas tiene forma de red. En este sentido, el mayor impacto lo provoca la flota palangrera española. Tan solo entre 1991 y 1992 se capturaron casi 35.000 individuos al año, el 66 por ciento en julio y agosto. La contaminación química también les ocasiona tumores mortales, dificultades en su reproducción y maduración sexual.