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El cadáver de un cachalote, de unas tres toneladas de peso, fue hallado ayer a unos centenares de metros de la playa de Benidorm.

Con este descubrimiento, ya son tres los animales marinos de grandes dimensiones que arriban en menos de diez días al litoral valenciano, después de que pescadores de Cullera se toparan con dos tiburones en menos de 24 horas.

El descubrimiento de la cría de ballena de cinco metros de longitud, a la espera de lo que dictaminen los especialistas, se produjo a última hora de la mañana cuando los efectivos de la empresa concesionaria del servicio de salvamento y vigilancia de las playas la encontraron a la deriva. Tenía unos cables enrollados en la cola y presentaba una herida en el vientre.
Este espectacular ejemplar obligó a organizar todo un complejo dispositivo de remolque para trasladar el cuerpo a las instalaciones del Club Náutico y ponerlo a disposición de biólogos de la Universitat de València. Serán los expertos los que determinen las causas de su muerte y su procedencia.
No es el primer animal marino de grandes dimensiones que llega a las costas valencianas. Cullera fue testigo, en menos de 24 horas, del hallazgo de dos tiburones.
El primer escualo apareció el día 21 cuando se capturó accidentalmente un macho de 6,54 metros que pesaba unos 1.300 kilos. Un día después, los pescadores recogieron una hembra de 7 metros de longitud y casi 1.800 kilos. La polémica no tardó en avistarse cuando la Organización Internacional de Conservación Marina (OCEANA), denunció la captura de dos ejemplares de tiburón peregrino (Cetorhinus maximus), una especie amenazada y protegida por la Unión Europea.
Este tipo, «clasificado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como amenazado de extinción en el Mediterráneo, es una especie protegida en la Unión Europea y la legislación prohibe a los barcos comunitarios su captura, conservación a bordo y descarga».
Ante la petición de sanciones, el presidente los pescadores de Cullera respondieron indignados que las capturas fueron accidentales y que les supuso perder un día «de trabajo, dinero y capturas».
El pasado 4 de mayo un portacontenedores arribó a Valencia con una ballena de 20 metros de longitud enganchada en su proa con un corte en el vientre.