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Soplando las velas de nuestro futuro. BORJA DE LA ROSA, presidente del Club de Mar Mallorca

El 1 de junio de 1972 fue una fecha muy especial para mi familia. Ese día, después de casi tres años de duro trabajo, se abrían por fin las puertas del Club de Mar Mallorca, un proyecto en el que mi padre, Javier de la Rosa, había invertido ingentes horas de esfuerzo e ilusión, y que sin duda debió arrebatarle no pocas horas de sueño.

La fiesta inaugural del puerto marcó nuestra hora “cero” de cara al exterior, pero en realidad el Club de Mar tiene más de 40 años. Nació mucho antes, en la imaginación de quienes decidieron que Palma merecía tener un club náutico, deportivo, social y cultural a la altura de sus nuevas aspiraciones.
No exagero si digo que el puerto deportivo que hoy tengo el inmenso honor de presidir es una de las entidades privadas más legendarias de nuestra isla, uno de los indudables referentes náuticos y sociales del Mediterráneo, y una suerte de sinónimo de palabras que, en el fondo, son las que definen nuestro espíritu y estilo: excelencia, discreción, compromiso y prestigio.
No me resulta fácil resistirme a la tentación de evocar el pasado con sana nostalgia. En el fondo somos el fruto de lo que hemos vivido. Pero hoy prefiero poner la mirada en el horizonte y tratar de visualizar cómo será el Club de Mar al día siguiente de nuestro aniversario; qué nos tiene preparado el futuro.
Lo lógico y justo sería que, dentro unos pocos años, pudiésemos prorrogar sin problemas nuestra concesión para seguir aportando prestigio y generando riqueza en beneficio de la ciudad de Palma. Y digo que sería de justicia porque, en primer lugar, el Club de Mar es mucho más que un simple puerto deportivo y también, hay que decirlo sin falsa modestia, porque fuimos nosotros quienes lo inventamos. Todo, desde el primer pantalán hasta la proyección de la marca a escala internacional, es el resultado del esfuerzo de las personas que, cada una desde su ámbito de responsabilidad, han formado parte de esta empresa.  
Una instalación náutica deportiva no puede ya entenderse como un simple aparcamiento de embarcaciones, sino como el conjunto de toda una serie de servicios que han de ser capaces de captar la atención de clientes y usuarios por valores añadidos que no se encuentran en otros destinos. El Club de Mar lleva apostando por ello desde su fundación, e incidiendo con especial empeño estos últimos años en la certificación de un plus de calidad, ligado siempre al compromiso con la sociedad, el deporte y, por supuesto, el medio ambiente.
En realidad, el Club de Mar del futuro  será muy parecido al del presente porque navegamos sobre la ola de la innovación, con la mirada siempre puesta en el mañana, pero sin olvidar nunca que si hoy estamos aquí, celebrando este aniversario, es gracias a quienes nos precedieron y nos enseñaron que la receta del éxito se basa en dos ingredientes: trabajo e ilusión. Les aseguro que no faltará ninguno de ellos mientras podamos seguir soplando las velas de nuestros sucesivos cumpleaños.
El pasado

Los orígenes: el sueño de un visionario

Corrían los primeros años de la década de los 70, cuando el proyecto de un visionario, Javier de la Rosa Mayol, junto con un grupo de empresarios mallorquines y catalanes, lograba materializarse después de casi un lustro de intenso trabajo, de mucho esfuerzo y, sobre todo, de grandes ilusiones volcadas en la realización de un sueño. El Club de Mar Mallorca abría sus puertas el 1 de junio de 1972, en un emplazamiento privilegiado en el puerto de la ciudad, frente a la dársena de Can Barbarà y entre el Muelle Peraires y Sa Pedrera.

Se habían depositado muchas esperanzas en la idea, y el Club de Mar-Mallorca nacía con una clara aspiración: atraer al turismo náutico y de alto standing, que en aquél momento absorbían las instalaciones de las localidades de la Costa Azul. El reto era ambicioso, pero resultó decisivo, porque el puerto deportivo favoreció el completo desarrollo de la marca turística de Mallorca, contribuyendo a su competitividad y a su reconocimiento internacional.

La entidad privada se erigía como pionera en la oferta de servicios para embarcaciones de gran eslora, indispensable para una ciudad como Palma, abierta al mar, y no tardó en convertirse en un referente náutico y social del Mediterráneo, gracias al compromiso adquirido con la excelencia en la calidad del servicio, desde los orígenes.

Esa esencia no pasó desapercibida para las grandes fortunas de la época, que pronto empezaron a desfilar por las instalaciones del club. A mediados de los años 70, Don Juan de Borbón Conde de Barcelona, se convirtió en un habitual en los pantalanes de la marina, junto a los entonces Príncipes Don Juan Carlos y Doña Sofía, que participaron de manera activa en esta labor de promoción, atrayendo a importantes personalidades del mundo de la aristocracia y la política, como Constantino de Grecia, el Sha de Persia, Hussein de Jordania, Cristina Onassis, Aga Khan y George Bush.

La nota de glamour que estos personajes aportaban con su presencia, año tras año, unida a la visión de barcos de leyenda de la navegación que permanecían atracados en los amarres del club, permitió que el nombre de Palma apareciera siempre relacionado en las noticias de sociedad y en las publicaciones de papel couché. El beneficio que supuso esta actividad redundó en la sociedad mallorquina, generando riqueza y favoreciendo relaciones con todo el mundo

Mientras todo esto sucedía, el Club de Mar Mallorca no descuidó su compromiso social y deportivo, favoreciendo el aprendizaje y el conocimiento de la cultura náutica, y organizando eventos. La entidad fue una de los impulsoras de la Semana Internacional de la Vela-Trofeo Princesa Sofía, y también formó parte del Campeonato Internacional del Mediterráneo, dentro de la Semana Balear de Crucero, germen de la actual Copa del Rey de vela.

El presente

Compromiso con la excelencia y el medio ambiente

Desde el diseño del primer pantalán hasta la creación de la marca internacional, el Club de Mar Mallorca que hoy se conoce es el resultado del trabajo de todas las personas que han formado parte de un proyecto siempre dinámico, en el que la excelencia, trasladada a cuatro ámbitos irrenunciables (el turístico, el portuario, el deportivo y el medioambiental), ha sido clave para el desarrollo y el crecimiento de una entidad modélica a nivel mundial, y para ser distinguida recientemente con la “Q” de calidad de Turismo de España.

A este sello de excelencia y reconocimiento a la labor del club para el fomento del turismo y la promoción de los deportes náuticos, se suma la política internacional de gestión de calidad ambiental que el club ha asumido, consciente de la importancia que tiene el medio ambiente en la sociedad actual, así como la necesidad de protegerlo y conservarlo.

En el ámbito portuario, además de ser un referente en materia de seguridad, el Club de Mar Mallorca se ha convertido en uno de los puertos de mayor tradición y capacidad para albergar superyates, por su importante oferta de servicios para embarcaciones de gran eslora, aunque en sus instalaciones tienen también cabida barcos más pequeños. El puerto cuenta un muelle de espera para albergar embarcaciones de hasta 350 metros, característica que le hace único entre los clubes náuticos y puertos deportivos.

Al conjunto de estas instalaciones portuarias, se une una amplia y diversificada oferta complementaria, capaz de atraer la atención de los clientes y usuarios más exigentes: área comercial, salas de reuniones y de juego, bares, ocio nocturno, restaurantes gourmet, como Béns d’Avall Club de Mar Bistró Mediterráneo y club infantil, entre otros. Y por supuesto, una red de transporte y comunicaciones perfectas. Este perfil que se ha dibujado con el tiempo, responde a la total disposición del club de renovar su oferta, de acuerdo a las expectativas y a las aspiraciones de cada momento. La más reciente prueba de esa constante transformación es la reforma de la terraza exterior y de la piscina de adultos.

En el terreno deportivo, el Club fomenta el deporte náutico hoy desde sus Escuelas de buceo, de piragüismo y, por supuesto, desde la Escuela de Vela, que cuenta con la asistencia técnica y pedagógica de la Escuela Nacional de Vela de Calanova. La entidad también está acogida al programa ‘Escuela de Calidad’ de la Federación Balear de Vela y colabora con la Fundación ‘Joves Navegants’. La formación de las bases, que ha llevado hasta los centros educativos, se completa con la organización de eventos náuticos como la Regata Illes Balears Clàssics, Trofeo Club de Mar, que este año celebra su XVIII edición.

El futuro

Oteando el horizonte

Durante sus 40 años de vida, el Club de Mar Mallorca ha mantenido siempre la vista puesta en el horizonte, sin alejarse del rumbo que fijaron las personas que precedieron a quienes hoy dirigen la entidad.

El futuro inmediato de la institución, dirigida por José Luis Arrom, pasa por renovar la concesión, para continuar con el trabajo que ha desarrollado durante estos 40 años. Pero mirar más allá, exige reflexionar sobre el momento actual, porque la labor del Club de Mar, además de una vertiente individual, como entidad privada, se complementa con otra línea de trabajo colectivo, que se apoya en la sociedad mallorquina.

Recordando los orígenes, cuando el proyecto contribuyó al desarrollo de la marca turística de Mallorca, apoyándose en el pasado reciente y en los logros adquiridos, ahora el reto del puerto deportivo es otro: aunar esfuerzos y propiciar colaboraciones con otras entidades, para construir nuevos modelos de excelencia, calidad y modernidad, que permitan generar sinergias positivas que redunden en beneficio de todo el territorio.

Los parámetros por los que el Club de Mar se movió en el pasado son los que determinan su futuro. Ese es el rumbo que marca la carta de navegación del puerto deportivo. Una ruta que se alimenta de la promoción de los deportes náuticos; de la actividad social que se genera en las instalaciones; de vivir sin dar la espalda a la sociedad que ha permitido al club celebrar hoy su 40 aniversario; apoyando acciones solidarias que redunden en beneficio de todos; promoviendo la cultura; renovando y ampliando la oferta de nuestros servicios, atendiendo a las demandas de cada momento; respetando el medio ambiente y aplicando en todo ello los mismos criterios de rigor, calidad y excelencia, que avalan el prestigio y distinción del Club de Mar Mallorca.