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La sabiduría en el mar es el respeto

José Antonio Ventoso Mariño fue portavoz del PSOE en el Parlamento de Galicia y en la actualidad es profesor de Historia Contemporánea. Acaba de publicar una novela admirable por la riqueza fabuladora y léxico, que lleva el título lírico de «A pesca está no vento» (La pesca está en el viento). Ya tiene publicados, además, un libro de poesía «Do mar e dos homes» (Del mar y de los hombres)y otro de pensamiento político «Galicia en terra allea» (Galicia en tierra ajena), todo en lenguaje vernáculo, un gallego popular y culto de alta estética, de lectura leve, cordial, plástica y apasionado decorado con localismos. Los personajes de la novela de Ventoso son Nico, «un neno galego da posguerra» (un niño gallego de la posguerra), y el mar.

Nico seguro que es el mismo Ventoso Mariño, autobiografía y sueño; el mar o la mar es la ría de Arousa con cuya agua lo bautizaron y en cuyas aguas emprendió la larga sabiduría de navegar y pescar. Ventoso, como Ulises, sin mar es nada. Y en el mar tuvo su universidad: la dorna.

Para charlar de lo que sea nos metemos en una dorna, remamos y quedamos a la deriva. Ventoso viste barba corta y canosa, usa gafas y su fonética conmueve el universo.

Empieza a hablarme de los arroases, de los marinos del Gran Sol, del Aldaza, de los huevos fritos y patatas de Corrubedo. Las aguas son una balsa hasta la mitología de Sálvora. Nos deslizamos.

-¿Desde cuándo eres marinero, Ventoso?

-Desde la teta de mi madre, desde que tío Antonio y tío Ramón me llevaban en sus barcos, desde que pesqué el primer congrio, ¡dios, qué congrio! pesaba 15 kilos y se debatía como una boa -y me mira sonriendo.

-Unos dicen el mar, otros la mar, ¿el mar tiene sexo?

-Todo lo que da placer tiene sexo, y el mar lo tiene patente, oloroso, seductor, erótico. Por eso ante la mar como ante una mujer o ante un dios hay que comenzar por un grande, profundo y poderoso respeto. El principio de la sabiduría en el mar es el respeto... O respeto o cadáver; o respeto o carnaza para las nécoras.
Ventoso se come las uñas como un antropófago; Ventoso fuma arreándole al pitillo sin descanso; Ventoso me dice que los tres vocablos más bellos del lenguaje marino son: sotavento, babor y restinga; Ventoso me confiesa que su escudo heráldico son dos bastones sobre un campo de azur. José Antonio, como una profecía, se apellida Ventoso Mariño; Ventoso es el mes nacido de la Revolución Francesa y Mariño es la estirpe más famosa de la ría, nacida de una sirena y de Roldán, el de Roncesvalles. Ventoso me cuenta que las otras pasiones de su vida son el fútbol, la lectura, pasear por la playa de Coroso y desayunar un Danone. Aunque en los peiraos (muelles) aprendió su gallego.