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Manuel Busto. Un campeón de fabricación casera

El piragüista Manuel Busto se ahogaba en las largas concentraciones de la selección, pero, a su aire, ya tiene tres títulos mundiales

En tiempos de concentraciones interminables, planes de preparación minuciosos y cuidados extremos, Manuel Busto es un campeón de fabricación casera. Acaba de lograr su tercer título mundial de piragüismo, en maratón (35 kilómetros), entrenándose junto a su casa, en Villaviciosa (Asturias); disfrutando día a día de su gente y dándose el gustazo de comer alguna fabada que otra sin tener la sensación de cometer un sacrilegio ni ver afectado a su rendimiento.

Busto, de 27 años, es una fuerza de la naturaleza. Sus condiciones físicas le habrían permitido destacar en muchos deportes, pero su destino estaba marcado por su entorno y la tradición familiar. Para explicar su vocación piragüística siempre recuerda el ingenio de los suyos para que dejase de dar la lata cuando apenas había echado a andar. Su abuelo tiene la patente: se inventó una piragua en el salón con dos sillas unidas por un tablón al que le subía para que con una escoba imitase el movimiento de la pala de remar.

Con apenas 20 años, Busto fue reserva del equipo olímpico en los Juegos de Atlanta 96. Por edad aún le quedaban tres citas para convertirse en el sucesor de Herminio Menéndez, con el aliciente añadido de las ayudas económicas que el programa ADO otorga a especialidades antes muy mal atendidas. Pero Busto no acabó de explotar y, tras perderse la de Sydney 2000, comprendió que lo suyo eran las pruebas de resistencia. Cuantas más semanas se pasaba con la selección, enclaustrado en Sevilla o Pontevedra, peores resultados conseguía.

El año 2000 pudo haber sido el epílogo de una de tantas prometedoras carreras deportivas, pero Busto supo encontrar su camino. Ganó el Descenso del Sella, una especie de Mundial oficioso de descenso de ríos, y empezó a forjar su leyenda de campeón con un primer título del mundo de maratón logrado contra viento, marea y zancadillas federativas. Busto tuvo que competir en Halifax (Canadá) con una piragua cedida por la federación británica porque la española no había previsto con tiempo suficiente el traslado de la suya. El problema fue que los británicos sólo pudieron prestarle la de un júnior, un incómodo habitáculo para sus 1,82 metros y 84 kilos. 'Es como si [Miguel] Induráin tuviese que correr con la bicicleta de [Vicente] Belda [mucho más bajo]', explica gráficamente. Pero se trajo aquel título y lo repitió en 2001, en el Reino Unido, ya en igualdad de condiciones con sus rivales.

Así se hizo una celebridad en Asturias, donde el piragüismo tiene el rango de deporte tradicional, y se convirtió en la referencia para las campañas publicitarias de la Consejería de Turismo y de Cajastur.

Pero tanta popularidad no va acompañada por los ingresos que se le suponen a un deportista de élite. Por eso el más mínimo contratiempo se transforma en un gran problema. Por ejemplo, el accidente de tráfico en el que quedaron destrozadas dos de sus piraguas, a comienzos de este año, cuando regresaba de Sevilla.

El tercer título, conseguido el 28 de septiembre, en Zamora, también ha tenido su suspense. Busto había programado su temporada para llegar a tope a mediados de agosto, cuando deberían haberse celebrado los campeonatos en la República Checa. Pero su suspensión por las inundaciones europeas le obligó a alargar más de un mes su trabajo y a tachar de su calendario las fiestas comarcales.

Busto siempre recuerda que en sus éxitos tienen mucho que ver su entrenador, Xavi Torrallardona; su masajista, Toni Mallo, y, sobre todo, el médico de la federación y del equipo ciclista italiano Mapei, Manuel Rodríguez.

Este último, acostumbrado a convivir con los colosos de la bicicleta, habla maravillas de las condiciones físicas de Busto. Y aporta datos: los 300 watios de potencia de brazos que es capaz de mantener durante cuatro minutos en un simulador de kayak, los seis litros de consumo de oxígeno que alcanza y la capacidad de mantener su umbral anaeróbico durante más de una hora. Por eso, principalmente, es el mejor en las carreras de larga distancia.