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Vendée Globe. A 800 millas de Hornos

Vendée Globe. A 800 millas de Hornos

Por 56 grados sur, dos barcos azules galopan pegados en dirección al cabo de Hornos, que deberían doblar el 1 de enero por la tarde. Su próxima dificultad: la presencia de hielos en su ruta, al sur y al este de Tierra de Fuego. Tras los líderes, tantos colores como humores en un gran Sur siempre fascinante… y ajetreado.

Noches grises
Los navegantes dicen a menudo que esto es el País de la Sombras, pero en cada gris hay siempre luces que resaltan. Y durante estas noches cortas, nunca es del todo de noche”, decía hoy Arnaud Boissières. Fue Titouan Lamazou, primer vencedor de la Vendée Globe, quien apodó así el gran Sur para describir la ausencia de luminosidad que reina en las latitudes australes. Desde hace un mes, en estos lugares inhóspitos que bordean el Antártico, los solitarios tienen derecho a todos los matices del gris. Pero no sólo. En este 50º día de regata, por ejemplo, una paleta de colores se extendía sobre las 5.000 millas surcadas por la flota.

 

Del gris blanco, casi opaco, para los patrones de Akena Vérandas y de Cheminées Poujoulat, que progresan en un auténtico puré de guisantes. Del azul brillante de postal a los aires de crucero en los alisios enviados por Dominique Wavre (Mirabaud). Del sol y las rompientes blancas en los vídeos insólitos del encuentro entre el Banque Populaire y el MACIF a 800 millas del cabo de Hornos. El rojo y el negro, finalmente, de una ardiente puesta de sol inmortalizada en la estela del Initiatives-cœur. Colores contrastados como los humores de los marinos que no siempre lo cuentan todo de sus desventuras en los mares del sur…

 

El blues de Bernard
A bordo del Cheminées Poujoulat que se abre paso entre una espesa niebla a 19 nudos de media, Bernard Stamm no ve más allá de 200 metros a la redonda. Pero en cuestión de energía, con sus dos hidrogeneradores nuevamente en marcha, su visibilidad ha superado de largo las dos horas que le permitían sus baterías cuando estaba en escala técnica. Es lo que explicaba el marino suizo, lleno de emoción, en la Regata en Directo: “Sólo tenía medio litro de agua dulce… luego siempre puedes pedir auxilio y tirar la toalla”. No es lo que ha hecho. Tras 50 días en el mar, Bernard, ahora décimo, solo aspira a una cosa: navegar y olvidar las reparaciones.

Una montaña blanca en Diego Ramírez
Navegar, a fondo, es a lo que se dedican Armel Le Cléac’h y François Gabart, que hoy se han pasado el relevo repetidamente. Ayer, ambos se han visto, filmado y contactado en la VHF para conversar unos minutos, sorprendidos de seguir estando tan cerca después de tantos días de navegación. En las próximas 48 horas, su brazo de hierro va a transformarse en apretón de codos. Un puñado de icebergs ha sido detectado al sur y el este del cabo de Hornos. Uno de ellos (150 m. de alto y 200 de ancho) incluso ha embarrancado en el bajo fondo de las islas Diego Ramírez, pequeño archipiélago a 50 millas al suroeste del cabo de Hornos, y libera a cuentagotas fragmentos de hielo. Armel y François no tendrán otra elección que estar en vela, atentos al radar y a la observación visual, para evitar chocar contra una de estas rocas de hielo. Pueden apostar que se avisarán en caso de peligro…

Han dicho...

Estoy navegando bastante a rumbo, ahora tengo que desviarme un poco hacia el este para tener mejor ángulo dentro de 24 horas. Para entonces el viento rodará más a poniente y tengo que estar al este para coger mejor la boya de arriba de la puerta y no tener que trasluchar veinte veces. Entonces ahora no gano tantas millas como los de delante pero dentro de doce horas creo que me acercaré y ganaré unas 100 millas. Y por detrás, hay buen viento, pero de momento lo tengo controlado y bien, espero que no vayan más rápido que yo. A bordo todo bien, sin ningún mayor problema.
Javier Sansó

Esta mañana me siento bastante más satisfecho porque el viento es más regular y ya no hay rastro de las borrascas de 40 nudos que hemos tenido estos últimos días. La mar también está más calmada, y hago buenas planeadas, lo que ayuda a mantener una buena velocidad. He hecho algo de mantenimiento de mis bolsas de rizo, para asegurarme que no estaran desgastadas por la fricción. Los rizos son como las marchas de un vehículo, y si no funcionan correctamente es como si conduciera un coche de una sola marcha.El rutaje indica que tendría que cruzar el cabo de Hornos a inicio del mes de enero. Así pues, creo voy a pasar la Nochevieja en el Pacífico.Gracias por todos vuestros mensajes navideños toda esta semana, es un gran apoyo moral tener noticias de todos los que se han quedado en tierra firme
Alex Thomson (GBR, Hugo Boss)

[Sobre su duelo con Armel Le Cléac’h] La cosa no va nada mal. He trasluchado esta noche y estoy en línea recta hacia el cabo de Hornos. Tranquiliza estar tan cerca de Armel porque hasta ahora estábamos en zonas apartadas de la tierra.

[Estar cerca de él] te da información adicional para saber si se va rápido, cuando hacemos un buen o un mal golpe... Y de alguna manera también añade una cierta presión. El hecho de tener un barco permanentemente cerca incide tal vez sobre mi ritmo de sueño, no lo sé. Acumulamos muchos momentos de cansancio. Hace 50 días que navegamos a fondo, es normal que en 24 h. esté cansado y que tenga necesidad de descansar. Tuve a Armel en la VHF ayer, y fue divertido estar tan cerca. Estamos contentos de estar ya tan cerca del cabo de Hornos. He navegado súper a gusto en los mares del Sur y estoy contento de llegar al cabo. Ambos estamos de acuerdo en este punto. También hemos hablado de la lluvia y del buen tiempo, del día a día.

 

[Sobre la vida a bordo] Tenemos las comodidades mínimas aceptables para un ser humano. Exagero, pero es difícil porque está mojado permanentemente, hay una mar enorme, lo que me tiene incluso más sorprendido que los vientos. Los gestos de la vida cotidiana se vuelven complicados y el organismo es exigido a base de ser removido en todos los sentidos. Pero encontrarme en una cama que no se mueva sin ruido en torno a mí se me haría extraño, no sé si llegaría a dormir.

 

François Gabart, FRA, MACIF

[Sobre su vuelta a la regata] Esto transcurre mejor, hay 200 metros de visibilidad, estoy en la niebla pero las condiciones son buenas. La mar está razonablemente ordenada y hay un buen viento. Planeo bien. El hidrogenerador de babor carga en bloque pero el de estribor, el que se estropeó, carga menos bien. Pero a esta velocidad es suficiente para cargar las baterías.

 

[Sobre la reclamación del comité de regata] He enviado mi informe al jurado, ahora debemos dejarle hacer su trabajo. En ningún momento he pedido asistencia, he tratado para poner el barco en seguridad. Volveremos a hablar de ello una vez el jurado haya tomado su decisión. Estoy confiado, creo que he actuado como debía, pero siempre es complicado.

 

[Sobre sus numerosos contratiempos] He podido dormir un poco, estaba en un sector caliente delante de la depresión, era bastante estable y pude descansar y alimentarme. Algo se ha atrancado hace un momento en el hidrogenerador y ha aguantado. Estoy contento de mis reparaciones. En cambio he perdido nuevamente mi columna de winch, estoy negro. Después de 50 días en mar, aspiro a poder navegar, abandonar el taller. Aún no es el caso pero voy por buen camino. Ya avanza, lo que es un gran qué. Puedo hacer ruta a velocidad normal, las maniobras son mucho más largas pero es así. Cuando pueda navegar con normalidad esto irá súper bien. De todos modos, estoy condenado a ir rápido porque cuando voy rápido puedo recargar mis baterías, y la vida es mucho más fácil. Porque cuando estaba parado, tenía una visión a dos horas vista, era incapaz de decir lo que iba a suceder más allá de dos horas. Era súper agotador. Hay siempre la opción de tirar la toalla y de llamar al socorro pero este no es el objetivo del juego. Al final me quedaba medio litro de agua dulce. Todas las maniobras se hacían a la vela, pero prefiero una buena tormenta en el Sur donde el barco avanza bien antes que lo que he vivido allí.

 

Bernard Stamm, SUI, Cheminées Poujoulat

Como decía Laetitia Bonaparte, la madre de Napoleón 1º, “con tal que esto dure...”. ¡Qué bien poder estar de vuelta! Esta noche las condiciones eran favorables, navegaba con 25-28 nudos en el frente. Los primeros han ralentizado un poco, eso va a pasarme pronto. El viento tendría que girar favorablente durante el día, voy a maniobrar en el puente. Veremos a qué distancia estoy en el cabo de Hornos.
Sueño con un poco de calefacción a bordo para reducir la humedad permanente. Mis pies están doloridos, tengo hematomas subcutáneos con el frío, la humedad y los choques. Me cuido. Cuando salgo a maniobrar, protejo mis manos con gruesos guantes de pesca porque ya me han salido callos a fuerza de estirar los cabos.
En este momento, paso mucho tiempo dentro de mi barco. Al exterior, no hay motivo para estar horas fuera: el tiempo es gris, el cielo está nuboso, hay muy poca visibilidad (menos de una milla), es muy brumoso, la mar está gris y agitada.

 

Jean-Pierre Dick, FRA, Virbac Paprec 3