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La Vendée 2012-2013 dispuesta a romper todos los records. Armel Le Cléac’h logra un nuevo registro 22 d. 23 h. 48 min de bajar el Atlántico

La Vendée 2012-2013 dispuesta a romper todos los records. Armel Le Cléac’h logra un nuevo registro 22 d. 23 h. 48 min de bajar el Atlántico

La marca de Vincent Riou en 2004 (24 d. 02 h. 18 min.), superada en más de una jornada. Poco más de 50 millas para llegar a la longitud del cabo Agujas, que marca la auténtica puerta del océano Índico. La puerta simbólica que franquea el meridiano no parece muy evidente para los competidores, obsesionados por su próximo objetivo, la puerta de Crozet.

Si se resistió el récord de Jean Le Cam en llegar al ecuador, no pasó lo mismo en el de alcanzar el meridiano de Buena Esperanza. Esta Vendée esta para batir todos los registros y este que poseía Vincent "el Terrible" Riou ha cambiado de propietario. Armel Le Cléac’h (Banque Populaire) seguido como su sombra por Jean-Pierre Dick (Virbac-Paprec 3) y François Gabart (MACIF), han destronado al bretón, que ostentaba la marca de referencia entre Les Sables d’Olonne y la punta sur de África. Pero que es esto para el trío de cabeza. Primero el de velocidad media en 24 horas de un Open 60... y los que se propongan, las nuevas construcciones de los Imoca de 60" aún están por descubrir sus límites. El último. el que valdrá su peso en oro, batir los 90 días a la llegada a Sables.

Por lo tanto y sin adelantar acontecimientos, esta gesta podría quedar como simple anécdota y no ser valorada sino al cabo del tiempo. La preocupación actual de los que encabezan la regata es doble: por una parte se trata de hacer una comprobación seria del material de cada uno tras varios días con fumeque y exprimiendolo a gran velocidad. Por otra parte, la archiconocida cuestiíon táctica. De esto se trata en la Vendée, regata de conocedores y manejadores de meteos y tratar de anticiparse a las trayectoriaa dec las borrascas. A día de hoy, el quebradero lo tienen en un anticiclón que parece acomodarse sobre la puerta de Crozet. Se les presentan dos opciones: intentar cortar por lo sano para alcanzar el extremo oeste de la puerta y lanzarse enseguida hacia el sur, o bien intentar bordear el anticiclón por su cara meridional para llegar a la punta oriental de la misma puerta. En el primer caso, el mayor riesgo es caer en la trampa de las calmas. En el segundo, los programas de ruta aconsejan una ruta muy al sur, pasando a través de campos de icebergs detectados entra la isla Heard y el archipiélago de Crozet. Nadie está obligado a ser tan radical y la parte de libertad reivindicada por algunos navegantes va a encontrar aquí un medio de expresión privilegiado.

La victoria de Jean Le Cam

Detrás de este trío, Bernard Stamm (Cheminées Poujoulat) y Alex Thomson (Hugo Boss) todavía intentan acercarse cuando el quinteto va perdiendo terreno de forma regular, ya que su desventaja ha aumentado un centenar de millas en 24 horas. Poco a poco, Jean Le Cam (SynerCiel), Mike Golding (Gamesa) y Dominique Wavre (Mirabaud) van saliendo del sistema meteorológico que acompaña a los líderes. Este debería sellar por delante para esperar regresar antes de la salida del Índico. Jean Le Cam se debatía, por su parte, entre la frustración de ver escapar a los líderes y la satisfacción de desembarazarse de una situación no menos preocupante. Para estos marinos obsesionados por la velocidad hasta el punto de pedir a pocas horas de la salida que un miembro de su equipo de un último brillo a la carena, navegar con una red de pesca enredada en la quilla no es algo concebible. Tras intentarlo todo, Jean decidió hacer lo que no habría previsto antes: echarse al agua, sumergirse y cortar la red. Después de un esfuerzo tal, se entiende que el retraso respecto al grupo de cabeza pueda parecer anecdótico. Tras ellos, parece que el viento vuelve para el español Javier Sansó , Arnaud Boissières (AKENA Vérandas) y Tanguy de Lamotte (Initiatives-cœur). Más al oeste, Bertrand de Broc (Votre Nom autour du Monde avec EDM Projets) recoge los primeros dividendos de su opción con velocidades de más de quince nudos.

En la puerta de Ámsterdam…

Hay marinos que bailan sobre la piel del diablo antes que codearse con los hielos y cortejar a los icebergs. Podrían lamentar que las puertas cierren el juego y que modifiquen su ritmo. La estrategia no queda excluida, pero parece claro que, en el Índico, la regata se va a desarrollar en las fases de transición, en cambios a corto y medio plazo. Pueden también echar de menos aquellos tiempos épicos en que los marinos podían tocar los 60º Sur confiando en su buena estrella... pero, teniendo en cuenta los medios de que disponen hoy en día, sería, por decir algo, insano mandar a los marinos a lidiar con estos campos de minas que son los hielos. Hoy ningún instrumento es capaz de detectar un iceberg emergiendo pocos centímetros por encima de la superficie del agua e incluso a simple vista, algunos de ellos pueden confundirse con la cresta de las olas. La gloriosa incertidumbre del deporte también tiene sus límites.

HAN DICHO...

Cuando estás en el agua, estás allí y nada más; pero antes de lanzarse al agua uno se plantea todas las preguntas del mundo. No he tenido ni tiempo de notar frío. Una vez estás en el agua, estás en el agua. Hay que reflexionar sobre la maniobra antes, hay que pensárselo todo siete veces antes de lanzarse al agua.
Si alguien me hubiera dicho que un día me sumergiría en los Cuarenta Rugientes, hubiera contestado: ‘¿Estás loco?’
Pensé en escorar el barco, pero no se consigue así como así. Cuando veía que no llegaba… Quería sacar el bulbo del agua, pero no lo conseguía. Intenté todas las posibilidades antes de echarme al agua. En un momento determinado me dije: ‘O te echas al agua, o arrastras esa red hasta no sabes cuándo’. Llevar un freno así en la quilla es inhumano.
Cuando acabé, estaba emocionado, contento, muy muy contento. Estaba aliviado como no se pueden imaginar. Son momentos en que uno está realmente contento, contento, contento.
El peor momento fue cuando estaba debajo del barco y no podía cortar. Entonces intenté cortar una a una las mallas y vi que cortaba. Me dije: ‘Hay 50, pues voy a cortar las 50’. Es la felicidad total. Pasas del negro al blanco, no hay gris. Es pura felicidad.
Jean Le Cam (FRA, SynerCiel)

Todo va bien a bordo del Banque Populaire. La mar está un poco movida, con olas de 3, 4 metros. Ha vuelto a salir el sol después de dos días muy grises y mojados.
Avanzo a 18, 19 nudos de media. Ahora está un poco más tranquilo y lo aprovecho para dar una vuelta por el barco para comprobar que no hay nada anormal en el mástil, las velas, la cubierta.
Pronto pasaré el cabo de Buena Esperanza, estoy a menos de dos millas, o sea que dentro de 10 minutos lo habré pasado.
Armel Le Cléac’h (FRA, Banque Populaire)

Va súper-bien, vuelvo a tener viento desde esta noche. Hay un poco de sol y me aproximo al océano Austral, o sea que estoy muy contento. Las condiciones son más aptas para navegar a vela. No sé si fue un presagio, pero ayer unos delfines estuvieron alrededor del barco durante varias horas.
Helena me ha dado tiempo para hacer el repaso del barco. No he podido subir al mástil por la mar de fondo, pero lo he comprobado todo.
Una vez intenté pasar por el Norte, pero era arriesgado. He perdido el doble. Ahora se anuncia otra regada con Buena Esperanza.
Es duro ver a los demás a 20 nudos cuando tú vas a 2 o 3. Duele, pero como suele decirse, es la vela. Psicológicamente es duro, pero bueno… No todo es buen tiempo, hay que saber encajar los golpes.
Tengo prisa por estar en el Gran Sur. He visto muchos pájaros, he oído a los demás hablar de los albatros, estoy impaciente por verlos yo también.
Arnaud Boissières (FRA, AKENA Vérandas)